Cada día nuestro cabello pasa por alto detalles que, poco a poco, la dañan, como son: tintes agresivos, moldeados con aparatos de calor e incluso otros excesos.
Parece que nuestro cabello está hecho para aguantar todo, pero no es así ya que hasta el cabello más resistente llega un momento en el que grita: ¡HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO!
Es entonces, cuando nos damos cuenta de que está dañado, deshidratado o desnutrido, TAMBIÉN LOS DOS CASOS, es en este momento en el que tenemos que repararlo y mimarlo más que nunca. Por supuesto, es mejor prevenir que curar, pero llegados a este punto, la mejor opción es elegir un tratamiento que lo cuide y le devuelva su apariencia saludable y sedosa en poco tiempo.
Al igual que hay una diferencia entre nutrir e hidratar la piel, cuando se trata del cabello ocurre lo mismo. Tener el pelo seco no significa necesariamente que esté desnutrido, y viceversa. Dicho de otra forma: Tenemos que pensar en el cabello del mismo modo que lo hacemos con nosotros mismos. Si tenemos sed, bebemos; si tenemos hambre, comemos. De la misma manera, la hidratación proporciona al cabello agua, mientras que la nutrición proporciona al cabello nutrientes importantes.
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